
Democratina, el medicamento que salvará al mundo
- Luis Molina
- hace 7 días
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Democratina, el medicamento que salvará al mundo
Por Luis E. Molina
Con gran placer he recibido la noticia, directo desde Estados Unidos y Europa, donde me informan que una gran alianza de todos los laboratorios químicos ha encontrado la primera cura para una enfermedad de muchos años.
Se trata de Democratina, un medicamento que se le inyecta a los pueblos, una vacuna milagrosa para que se vuelvan democráticos y adopten la democracia olvidando todas sus costumbres. Solo hay que vacunarse y ya.
Con una sola toma o una inyección, los pueblos inmediatamente se vuelven demócratas y dejan atrás sus culturas milenarias para hacer lo que Occidente les dé la gana.
De repente, empiezan a votar, a formar partidos políticos y a llevar este mundo tan perfecto como nos lo quierenegar vender.
La democratina se aplicará en toda África, Asia y Asia (sí, dos veces, por si acaso), dondequiera que no exista democracia. Todo se hará al estilo occidental, porque —después de todo— somos los mejores, los más soberanos, los más buenos, la perfección misma.

Inmediatamente todos seremos cristianos. Nadie será musulmán, agnóstico ni hinduista. Todas las religiones se concentrarán en una sola: la occidental.
La democracia es genial porque se puede exportar en cuatro años y terminaremos todos como Francia, España, Inglaterra o Estados Unidos. Lo más perfecto que hay en el mundo, que no admite cuestionamientos, porque es la absoluta perfección.
La Democratina, que viene en formatos de 20, 50 y 100 miligramos, será aplicada de manera obligatoria en todos los países, sin importar su cultura, idioma o historia. Y propongo que todos hablemos inglés. Después de todo, ¿para qué tener idiomas, culturas o diferentes formas de pensar?

Eso sí, la Democratina tiene efectos secundarios:
la pérdida de visión crítica,
La falta de comprensión del mundo
y el no darnos cuenta de que somos imperfectos.
El no entender que nuestra democracia, aunque buena, no es perfecta.
Y por lo tanto, no puede imponerse a los demás.
Como todo en democracia, la Democratina tendrá un costo. Obviamente, los países occidentales principales tendrán todo el dinero, y los otros tendrán que pagar.

Sí, porque para ser demócratas hay que pagar un precio: que unos sean ricos y otros pobres. Porque ese es el estado natural del sistema.
Según informa la Organización Mundial de la Salud, el primer país que será "evacuado" será China, donde estos malvados y perversos han sacado a millones de personas de la pobreza —mientras Occidente no ha logrado eso, al menos desde la Primera Revolución Industrial.
Pero no habrá problema, porque todos los chinos serán convertidos inmediatamente en demócratas y dejarán de comer comida china para comer pizza, crème brûlée o un hot dog.
La segunda jornada de vacunación será para los países del Golfo Pérsico, para que dejen de ser musulmanes, porque… ¿por qué no todos somos cristianos? Esa es la religión occidental: la única que vale, la única que tiene razón.
La tercera ola incluirá a los países asiáticos. Tendrán que dejar el budismo, el taoísmo y el hinduismo. No nos gusta eso, no nos cae bien. El mundo tiene que ser como Occidente en todo: fe, política, lenguaje y cultura, porque somos los mejores, los reyes del mundo, los infalibles.
Ya hablando en serio, todo lo anterior es una broma. Pero debería hacernos reflexionar sobre lo que realmente nos pasa. Vemos videos de 30 segundos en Instagram y creemos que entendemos un mundo que está más allá de nuestra comprensión.
Dejemos de juzgar a los musulmanes, a los chinos, a los indios. No entendemos su verdadera relación con el mundo. No tenemos la capacidad. Concentrémonos en nuestras propias sociedades, que necesitan nuestra ayuda, y dejemos que el mundo gire como ha girado por millones de años, sin nuestra intervención.
La prepotencia de Occidente tiene un límite. Y ese límite lo estamos cruzando en este 2025. Solo hay que mirar nuestra hipocresía con Israel y Palestina. Nuestra hipocresía con África. Nuestra hipocresía con China. O nuestra guerra sin sentido contra Rusia, cuando en realidad nuestro conflicto con China es comercial, no militar.
Sí, sé que te molesta que los musulmanes impongan ciertos códigos de vestimenta o formas de pensar. Tengo una buena noticia: al resto del mundo también le molesta cómo somos nosotros. Y no hay una forma mejor ni peor. El mundo está lleno de personas diversas, y ni siquiera nosotros hemos podido ponernos de acuerdo en una sola religión. Mucho menos ellos, que no creen en lo que nosotros creemos.
En definitiva, por favor, seamos más tolerantes, más comprensivos. Por el amor de Dios, se supone que somos cristianos, hijos de Jesucristo nuestro Señor, el cual nunca juzgó ni perdió a nadie. Simplemente esparció una palabra que, si la resumimos, se llama amor y paz.
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