
La Crisis de la Vivienda
- Luis Molina
- 21 may.
- 4 Min. de lectura

La crisis de vivienda.
Por Luis E. Molina
Antes de que alguien me cuestione, aclaro: sé que la crisis de vivienda no es exclusiva de una región. Probablemente afecta a muchos países del mundo. Sin embargo, mi reflexión se limita a Occidente, porque es aquí donde vivo, y es esta la realidad que conozco de cerca. Hablar del mundo entero sería imprudente, cuando apenas he visto fragmentos de él.
Lo que más me inquieta es la velocidad con la que ha cambiado la percepción sobre la vivienda. Recuerdo que, cuando era joven, mi padre solía hablarme con firmeza de su meta más importante: tener una casa propia. Para él, la vivienda no era simplemente un lugar para dormir, sino un símbolo de estabilidad, de respeto, de haber cumplido con uno mismo y con la familia. Tener un techo propio era sinónimo de éxito personal.
Décadas después, ese ideal se ha erosionado. La casa propia se ha vuelto un privilegio, no una meta común. Incluso quienes tienen empleos formales y bien remunerados deben enfrentarse a precios inaccesibles, tasas hipotecarias asfixiantes o alquileres que devoran buena parte del salario mensual. En muchas ciudades occidentales, adquirir una vivienda es prácticamente imposible sin endeudarse durante treinta años o más.
Y lo más preocupante es hacia dónde nos están empujando. Cada vez es más evidente que se nos está preparando para aceptar una nueva forma de “vivir”: en cápsulas. Como las que ya se venden en China, que aparecen en las imágenes que acompañan este artículo. Son furgones readaptados para ser habitaciones mínimas. Y ese es el mejor de los casos, porque en el peor nos esperan versiones sacadas de películas distópicas como Total Recall, donde uno vive en un espacio minúsculo donde apenas cabe una cama que se pliega para dejar espacio a una pequeña cocina.

Nos están tratando de convencer de que vivir así es normal. Nos venden la idea de que no hay espacio en el mundo, que esta es la nueva realidad, y que debemos aceptarla. Pero eso no es progreso, eso es regresión. Eso es renunciar a la dignidad habitacional con la excusa de la modernidad.
Solo hay que mirar lo que ocurre en ciudades como Barcelona, Madrid o en toda España, donde más de 66 mil viviendas de corto plazo serán prohibidas en un intento por frenar la crisis inmobiliaria. Airbnb, que alguna vez fue visto como una alternativa fresca, hoy es parte del problema: un modelo que ha encarecido el alquiler hasta expulsar a los propios ciudadanos de sus ciudades.
La crisis de vivienda no es solo un fenómeno económico. Es también una herida cultural y social. Afecta la manera en que nos proyectamos como adultos, cómo concebimos el futuro, la familia, y la comunidad. Nos empuja a vivir con incertidumbre, a aplazar decisiones vitales, a aceptar como normal lo que antes se consideraba una emergencia.
Hablar de vivienda es hablar de dignidad. No se trata solo de metros cuadrados, sino del derecho a construir un hogar. Y mientras este derecho siga reservado para unos pocos, no podremos hablar de sociedades verdaderamente justas.

Basta mirar hacia atrás: la promesa americana que nos mostraban en los videos de los años 50 —una familia con su casa de dos aguas, un Chevrolet Station Wagon y un Chevrolet Sedan, viviendo en armonía— es hoy una imagen casi mitológica. Para millones de estadounidenses, esa vida ya no existe. Muchos no tienen dónde vivir. Si te preguntas por qué votaron por Trump, hay una respuesta clara: están desesperados. Sienten que su vida ya no vale nada, que han sido convertidos en esclavos dentro de una sociedad consumista que les vende como aspiración máxima parecerse a una Kardashian, mientras ignora los valores reales que sostienen una comunidad.
Esto es lo que está pasando. Esto es lo que pasará si no reaccionamos. Y lo más grave: lo están haciendo pasar como que es normal.
Lecturas y fuentes recomendadas:
1. Informe de ONU-Hábitat sobre la vivienda asequible (2022)
Análisis global sobre el déficit de vivienda y propuestas para políticas públicas sostenibles.
2. Artículo de El País: “Barcelona limitará 10.000 pisos turísticos para combatir la crisis de vivienda” (2024)
Ejemplo concreto de cómo las ciudades están intentando regular Airbnb.
3. BBC Mundo: “¿Por qué cada vez es más difícil comprar una casa?”
Explicación clara y accesible de los factores que han encarecido la vivienda en todo el mundo.
4. The Guardian: “The rise of the pod living: life in tiny, windowless boxes”
Sobre las cápsulas habitacionales como “solución” moderna en ciudades densamente pobladas.
5. Forbes: “Why Millennials and Gen Z Might Never Own a Home”
Análisis del impacto generacional de la crisis inmobiliaria en Estados Unidos.
6. Revista Arquitectura Viva: “Vivienda mínima: ¿alternativa o resignación?”
Reflexión crítica sobre la proliferación de viviendas minúsculas como modelo futuro.
7. Statista: Evolución del precio de la vivienda en Europa (Gráficos actualizados)
Datos visuales que muestran cómo han aumentado los precios por país.
8. Documental: Push (2019) - Dir. Fredrik Gertten
Un documental que investiga cómo los fondos de inversión están desplazando a las clases medias y populares de las ciudades.
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